¿”Plástico” hecho a partir de la naranja? Suena bien, pero la realidad es mejor aún. En 2015, la estudiante mexicana de economía Giselle Mendoza, estudiante de 21 años de edad del TEC de Monterrey, le dio forma de startup a uno de sus sueños: crear una empresa ecológica rentable y con impacto social.
El resultado es un potente proyecto con la posibilidad de desarrollar un bioplástico elaborado a partir del residuo de la naranja, su cáscara y bagazo, 100% biodegradable en cerca de 90 días, con potencial de aplicaciones en la industria biomédica, envasado y embalaje, alimentos y agricultura.
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