La mesa repleta de objetos, notas de tareas pendientes por todas partes, días en los que se trabajan horas seguidas y otras que no se encadenan ni 15 minutos productivos o la imposibilidad de resistirse a comprobar las notificaciones de Instagram. Son algunos de los errores más frecuentes que impiden que se desarrolle una forma de trabajo eficiente. Así resulta muy complicado cumplir con las tareas del día a día, especialmente si son demasiadas y existe una alta exigencia.
Para solucionarlo, el primer paso será organizar el espacio de trabajo y prestar atención a una serie de consejos con los que será posible cambiar radicalmente esa situación caótica. Unas simples pautas para lograr un sistema de trabajo sencillo y efectivo.
Aprende a gestionarte mejor y conseguir tus objetivos diarios
Cuando hay muchas tareas pendientes, el reto de organización y concentración es todavía mayor, pero en absoluto imposible. Tan solo hace falta motivación, disciplina y tener muy claros estos consejos con los que gestionarse mejor.
6 claves para cumplir con las metas diarias
Un espacio de trabajo ordenado. Mucha gente subestima el poder y la influencia de crear un lugar específico para realizar este tipo de actividades, que sea adecuado para el trabajo que se realizará y que cubra cualquier necesidad. Además de ser del agrado personal. Contar con este espacio y mantenerlo siempre ordenado y despejado provocará que el trabajo se realice con comodidad, que no se interrumpa a cada momento la actividad y que la mente esté clara y más dispuesta.
Control de las tareas. Tener algunas apuntadas por un lado y otras en la cabeza no es una buena idea. Lo mejor es dar con un sistema de organización efectivo y que se amolde a cada persona, que permita concentrar en un mismo lugar todas las tareas que deben realizarse.
Establecer prioridades. Uno de los principales errores que se cometen cuando hay un gran volumen de deberes es que no se discriminan según su nivel de importancia. Es decir, antes de abordar estas tareas hay que ordenarlas de más a menos urgente. De esta forma, la imprescindible quedará asegurado y lo que no es tan inmediato será lo que se vea afectado en caso de falta de tiempo o imprevisto.
Establecer prioridades. Uno de los principales errores que se cometen cuando hay un gran volumen de deberes es que no se discriminan según su nivel de importancia. Es decir, antes de abordar estas tareas hay que ordenarlas de más a menos urgente. De esta forma, la imprescindible quedará asegurado y lo que no es tan inmediato será lo que se vea afectado en caso de falta de tiempo o imprevisto.
Determinar un sistema de trabajo por tiempo. Ni hacer auténticas maratones de horas ni estar distrayéndose cada diez minutos. Lo más recomendable consiste en idear una forma de trabajo que se adapte a cada uno y que respete tanto el lapso de tiempo productivo como el de descanso. Por ejemplo, se pueden establecer periodos de trabajo de 30 o 45 minutos con momentos de relajación posteriores de entre 5 y 10 minutos.
Centrarse en las tareas de una en una. Generalmente, dedicarse a más de una tarea al mismo tiempo no suele ser una buena idea, ya que la atención para una y otra será mucho más limitada y exigirá de un mayor tiempo.
Evitar distracciones. El móvil o la televisión representan algunos de los principales devoradores de tiempo que hay que mantener a raya mientras se está trabajando. Si la fuerza de voluntad no es suficiente, sobre todo en el caso de los smartphones y las redes sociales, se puede recurrir a aplicaciones gestoras de tiempo.
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