Cuando Frank Capra recibió el reconocimiento a su brillante trayectoria por parte del American Film Institute en 1982, dijo que el verdadero secreto de su arte era algo muy simple: el amor de la gente. Algo que sabía interpretar y transmitir en sus películas con mucha emotividad, como la legendaria escena de Jimmy Stewart corriendo por el pueblo eufórico y repartiendo felicitaciones navideñas a diestra y siniestra, en "¡Qué bello es vivir!" (It´s a Wonderful Life, 1946).
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