Décadas atrás, cuando aparecieron las primeras computadoras portátiles, soñamos con que nos respondieran preguntas, hicieran actividades aburridas y nos enseñaran más de lo que sabíamos. Serían un complemento a nuestra vida diaria. El cine de los años ochenta ayudó a difundir estas ideas. La ciencia ficción ubicó a la Inteligencia Artificial como el “malo de las películas”, el más grande error que destruye la humanidad entera.
No fue así.
Hasta hace unos años que el poder de cómputo permitió tener la velocidad suficiente en sus procesos matemáticos para impulsar las super computadoras, los datos masivos –big data– y el avance robótico y con ello la Inteligencia Artificial. Pero la mayoría de nosotros no utilizamos estas tecnologías o, al menos, no sabemos que las estamos usando mediante los teléfonos celulares y las computadoras.
Los asistentes virtuales –Siri, Alexa, Google– le han dado mayor difusión a las ventajas de Inteligencia Artificial. Ahora “entienden” lo que les dice una persona. Pueden “traducir” un dictado oral a palabras escritas. Reciben órdenes simples: “cambia de estación, reproduce noticias, etc.”, que pueden realizar con gran precisión. Este cambio apenas comienza.
El mayor salto ocurrió en el 2022 con dos eventos: el primero cuando Blake Lemoine, empleado de Google, dio la noticia de que el chatbot de Google, llamado LaMDA había cobrado “vida”. La razón de ello, es que las preguntas y respuestas que le daba Blake Lemoine, ingeniero de Google, le parecieron tan “humanas” y originales que podría suponerse estaba hablando con una persona en lugar de una máquina. El escándalo provocó la salida de Blake de Google y la empresa tuvo que bajar las expectativas.
El segundo evento fue el que lanzó OpenAi con su chatbot denominado ChatGPT-3. Esta herramienta es un chat conversacional que contesta preguntas en tiempo real, de tal forma que puede construir textos, basado en el aprendizaje de millones de textos, párrafos y datos sueltos puede interpretar y aportar “nuevas” interpretaciones o “diferentes” significados.
Al parecer, Lemoine no estaba tan equivocado. Ya se vislumbraba la creación de un chat conversacional que respondiera nuestras preguntas, entendiendo nuestro lenguaje. La combinación de estos dos eventos ha creado ChatGPT, una computadora a la cual usted puede preguntarle casi cualquier cosa y le responderá con facilidad e incluso podría armar un texto con sus respuestas.
Hay una gran cantidad de aplicaciones –LEX, HyperWrite, Jasper– que permiten acceder a estas funcionalidades por ahora de manera gratuita. Si bien la contribución de OpenAI es que la mayor cantidad de gente pueda tener acceso directo a la Inteligencia Artificial, ahora es la oportunidad.
Nuestra expectativa sobre estas tecnologías es tan alta que pudiera parecernos irrelevante por sólo preguntar y obtener una respuesta. Sin embargo, el punto de quiebre es que hasta hace poco tiempo esto no era posible. Las computadoras no entendían lo que decíamos a menos que usáramos su lenguaje computacional, un código matemático, etc. Ahora las preguntas pueden hacerse tan simples como: “¿Qué es esto?”
Si pasó esto en el 2022, ¿qué podemos esperar en el 2023? La posibilidad de poder “conversar” directamente con la computadora y tener acceso a sus bases de datos, sus análisis y miles de procesos permitirá expandir nuestras capacidades y mejorar la toma decisiones. Se convierte así en una herramienta de mayor utilidad. Seguiré comentando.

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